Desde musa indie en películas de culto como V de Vendetta (2005) y Cisne Negro (2010), hasta carne de taquilla en sagas de ciencia ficción como Star Wars o Thor. No hay duda de que Natalie Portman (9 de junio de 1981) es una actriz camaleónica que no solo se atreve con cualquier papel, sino también con un buen cambio de look. Su debut cinematográfico le llegó con tan solo 13 años con Léon: El profesional (1994), donde dio vida a la enigmática Mathilda Lando. Más de tres décadas después, su bob con flequillo y aquella gargantilla noventera siguen inspirando a generaciones.
Dueña de una belleza atemporal —y a menudo comparada con Keira Knightley por su asombroso parecido—, Natalie Portman ha sabido evolucionar con elegancia, dejando una huella inconfundible tanto en la ficción como en la alfombra roja. Con motivo de su 44º cumpleaños, repasamos sus mejores beauty looks y sus transformaciones más icónicas en la gran pantalla.
El corte bob que marcó a toda una generación
El papel de Mathilda Lando —la vecina adolescente de Léon, el asesino asueldo interpretado por Jean Reno—, no solo marcó el comienzo de su carrera, sino que también dejó una huella imborrable en el imaginario estético de la década de los 90. Con apenas 13 años, su personaje se hizo inolvidable gracias a un corte bob que roza la mandíbula con un flequillo muy corto (baby bangs) y puntas pulidas hacia dentro, que enmarcaba su rostro con un aire entre inocente y desafiante.
El gorro rojo de crochet, las gafas de sol redondas y su característica gargantilla negra con un colgante en forma de sol completaban ese aura grunge que, con el tiempo, se ha convertido en un referente visual indiscutible. De hecho, a lo largo de los años, hemos visto cómo ese peinado ha sido llevado por una larga lista de mujeres fuertes y empoderadas, solo hay que ver a Uma Thurman en Pulp Fiction (1994), y otras, aparentemente delicadas, como la entrañable Audrey Tautou en Amélie (2001).

Pero, sin lugar a dudas, el tributo más evidente es el de Tokyo en La Casa de Papel (2017), interpretado por Úrsula Corberó, cuyo look —desde el peinado hasta la actitud— homenajea claramente al de la joven Portman en la cinta de Luc Besson. Un legado visual tan poderoso como polémico, si se tiene en cuenta el debate que generó —y que ella misma ha señalado— sobre la sexualización de su imagen en aquella etapa.
La belleza de una reina galáctica
Está claro que, desde muy joven, Portman estuvo destinada a protagonizar algunas de las historias más impactantes y memorables del cine. Con 18 años, otra gran oportunidad llegó a sus manos, convertirse en Padmé Amidala en la nueva trilogía de Star Wars. Con Star Wars: Episodio I – La amenaza fantasma (1999), el director George Lucas resucitaba el universo de Luke Skywalker, la princesa Leia y Han Solo.
La interpretación de Carrie Fisher de esta particular heroína feminista dejó escenas muy memorables, tanto por su talento como por sus estilismos. ¿Quién no recuerda su recogido en forma de ensaimadas —que tanto se compara con el peinado de fallera—? ¿O su interminable trenza y el bikini dorado, cuando es capturada Jabba el Hutt? Es por ello, que la actriz, director y productora israelí-estadounidense tuvo un doble reto con esta saga: no solo debía dar continuidad a una historia que había marcado a toda una generación, sino también estar a la altura estética de un universo visualmente deslumbrante.
Afortunadamente, su personaje, la Reina Padmé Amidala de Naboo, dejó momentos beauty que siguen siendo una inagotable fuente de inspiración. Desde su aparición inicial como monarca, con el rostro completamente blanco, dos puntos rojos en las mejillas y el labio superior pintado de rojoh —una estética que remite claramente a las gueishas—, hasta sus elaborados peinados que acompañaban cada faceta de su identidad. Trenzas entrelazadas, moños laterales, recogidos arquitectónicos imposibles… Cada look servía para marcar la transición entre la diplomática, la mujer guerrera y la enamorada que vivía un romance clandestino con Anakin Skywalker. Una fantasía galáctica que Portman supo habitar no solo con su destreza frente a las cámaras, sino con una presencia visual que la convirtió, una vez más, en referente de estilo.
Una peluca rosa como símbolo de seducción
Pasión, deseo, engaño y heridas abiertas. Closer (2004) no es una historia de amor al uso, sino un retrato crudo de las relaciones modernas, donde Natalie Portman brilla con un personaje tan magnético como vulnerable. En el papel de Alice, una stripper atrapada en una encrucijada emocional, la actriz comparte escena con pesos pesados como Julia Roberts, Jude Law y Clive Owen.
Pero si algo ha perdurado veinte años después no es solo la intensidad del relato, sino la estética de Portman, que ha trascendido la pantalla. Su corte pixie rojo encendido reflejaba rebeldía, pero fue su peluca rosa chicle —un bob recto y brillante— la que se convirtió en un icono visual. Hoy sigue siendo un clásico en fiestas de disfraces y editoriales de moda, reafirmando el poder de un beauty look para quedarse en la cultura pop más allá del propio personaje. Tanto que la modelo Elsa Hosk no dudó en disfrazarse de ella en la fiesta anual de Halloween de Heidi Klum en 2019.
Raparse el pelo al cero por exigencia del guión
Sigourney Weaver en Alien 3 (1992), Anne Hathaway en Los miserables (2012) o Charlize Theron en Mad Max: Furia en la carretera (2015). No es la primera vez que una actriz debe despedirse de su cabello por exigencias del guion. Sin embargo, el caso de Portman en V de Vendetta adquiere un significado y complejidad adicional. Como le pasó a Demi Moore en La teniente O’Neil (1997), la escena se debía grabar en una sola toma, así que no había posibilidad de error. Lo que supuso una gran presión para ella, algo en lo que ha incidido en muchas entrevistas.

Dos décadas después de su estreno, la adaptación de la novela gráfica de Alan Moore y David Lloyd sigue siendo considerada una película de culto. El corte al cero fue mucho más que un giro estético: simbolizó el vínculo profundo de Portman con Evey Hammond, un personaje marcado por la transformación y la lucha interior. Un momento clave en su carrera, que demostró su compromiso con papeles más intensos y complejos. Una decisión que la acompañó durante la promoción de Star Wars: Episodio III. La venganza de los Sith (2005), ya que apareció en alfombras rojas con la cabeza completamente rapada, rompiendo con los clichés habituales del glamour y la belleza en Hollywood.
Black Swan, el maquillaje que reina cada Halloween

Su brillante interpretación en Cisne negro (2010), el drama dirigido por Darren Aronofsky, le consiguió el Oscar a la mejor actriz, además del BAFTA y el Globo de Oro. Un reconocimiento por saber encarnar el viaje emocional que atraviesa la bailarina Nina Sayers en busca del éxito en la compañía de ballet de Nueva York. No obstante, una vez más, la actriz está destinada a dejarnos estilismos inolvidables. Porque… ¿cómo olvidar su maquillaje de Black Swan?
Ver esta publicación en InstagramUna publicación compartida de Chiara Pruzzo | Maquillaje (@chiarapruzzo.muah)
Esa mirada intensa delineada en negro con trazos gráficos que se extienden como alas alrededor de los ojos, acompañada de una piel porcelana casi fantasmal y unos labios en rojo oscuro. Inspirado en el cisne negro del ballet clásico, pero con un giro oscuro y teatral, ese look marcó un antes y un después en la forma de entender el maquillaje como herramienta narrativa. A día de hoy, sigue siendo uno de los disfraces más replicados cuando se acerca Halloween: dramático y elegante.
Sea por casualidad o elección propia, no hay duda de que Natalie Portman ha demostrado que cada personaje puede dejar huella también a través del peinado y el maquillaje. De todos ellos, ¿cuál crees que es el más icónico?