El estreno de La Sustancia no ha dejado a nadie indiferente. Esta macabra película se vale de los códigos del cine de terror más gore para tratar un problema real e igual (por no decir todavía más) aterrador. Ni más ni menos que la eterna cosificación del cuerpo femenino y la presión mediática a la que se ven sometidas las mujeres por el paso del tiempo. El proyecto dirigido por la francesa Coralie Fargeat devuelve a Demi Moore (1962) al lugar que le corresponde: la gran pantalla.
Sometida al escrutinio público desde sus primeros trabajos, la estadounidense sobresale en una interpretación mayúscula que ya acumula rumores de Oscar. Más allá de la ficción, la protagonista de Ghost (1990) ha sufrido en sus propias carnes la imposición de la eterna juventud. Con motivo de su último trabajo, repasamos algunos de sus looks más icónicos, pero también todas esas lecciones de belleza y amor propio que han marcado su personalidad.
Bowl cut, el corte tipo tazón que se convirtió en leyenda
Antes de que lo hiciera Jennifer Lawrence en La gran estafa americana, Demi Moore ya ponía en el ojo público la diferenciación salarial entre hombres y mujeres. Su espíritu activista, tanto que los medios la apodaron Gimme More («dame más»), no solo la convirtió en la actriz mejor pagada de la década de los noventa, sino que su lucha por la igualdad allanó el terreno para las futuras próximas actrices de Hollywood. En ese mismo año, estrenó Ghost junto a Patrick Swayze y Whoopi Goldberg, un éxito en taquilla que puso de moda el bowl cut que, décadas después, otras actrices como Emma Corrin (The Crown) no dudarían en hacerse.
Este corte estilo tazón, que diríamos en España, fue toda una declaración de intenciones y propuesto por la mismísima Moore. ¿La razón? Según cuenta en sus memorias Inside Out (2019), llevar el pelo así era una manera de mostrar el duelo que atravesaba el personaje Molly Jensen tras la pérdida prematura de su marido. Y, a pesar de que la intérprete ya era conocida por su larga melena azabache, el primer día de rodaje apareció con el pelo cortado, en contra de las indicaciones del propio director Jerry Zucker.
Cuando raparse la cabeza se convierte en un alegato feminista
Aunque en este caso fue por exigencias del guion, la escena en la que Jordan O’Neil se rapa el pelo frente al espejo —escena que, por cuestiones evidentes, solo se podía grabar en una sola toma— forma parte de la historia del cine. Pero no solo eso, ya que se convirtió en todo un alegato feminista. Dentro de la pantalla, por el machismo constante que padecía la protagonista de La teniente O’Neil (1997) y, fuera de ella, por demostrar que la feminidad es independiente del propio cabello. Años después, otras grandes actrices como Sigourney Weaver en Alien 3 (1992), Natalie Portman en V de Vendetta (2006) o Anne Hathaway en Los miserables (2012) también se raparían la cabeza por un papel y tampoco dudarían en posar frente los focos en alfombras rojas.
¿Pelo largo a partir de los 50? Claro que sí
Si llevar el pelo corto es un statement, ¿llevarlo largo puede serlo también? La respuesta es sí porque, lamentablemente, parece que cualquier decisión que tome una mujer sobre su físico siempre dará que hablar. La sociedad está acostumbrada a que las mujeres que superen los cincuenta lleven cabellos cortos o midi. La razón es que son peinados que se vinculan a la madurez, mientras que las largas melenas están solo aceptadas entre mujeres jóvenes. Igual que actrices como Andie MacDowell o Helen Mirren lucen sin complejos sus cabellos canosos, hay otras que se oponen a cortar por lo sano.
Desfilar con 59 años y hacer oídos sordos a la crítica
En enero de 2021, Demi Moore fue una de las invitadas sorpresas al desfile de alta costura de Fendi, celebrado en el Palacio de la Bolsa de París. Sin embargo, su debut como modelo no fue de lo que la gente habló, ni tampoco de la costura de Kim Jones, sino que su «nueva cara» fue lo que acaparó casi todos los titulares. Las preguntas sobre qué se había hecho o si estaba «irreconocible» era lo que le preocupaba tanto a la prensa como al gran público.
Obviamente tampoco tardaron en llegar los comentarios anónimos (y no anónimos) en redes sociales, algo que hace poco también denunció la actriz Ester Expósito, de 24 años, tras su última aparición en el programa de La Revuelta. Afortunadamente, Moore se quedó con lo «mágico y conmovedor» que fue esa experiencia, tras haber cumplido un sueño de su adolescencia. Así hablaba de su experiencia con la modelo Naomi Campbell en su programa de entrevistas No Filter with Naomi días después. Porque retoques sí, retoques no, eso es algo que solo le compete a ella. Y lo irónico es lo rápido que la polémica y el odio se alzan por cambios estéticos y a la vez no se acepta que alguien pueda envejecer. Una vez más el argumento de La Sustancia es más real de lo que parece (al menos en parte).
Llevar gafas sin complejos
Puede parecer algo trivial, pero los actos públicos de cualquier celebridad siempre tienen un impacto. Algo tan aparentemente sencillo como llevar gafas —de visión, no de sol— en un evento o subir fotos con ellas en una cuenta de Instagram con más de cinco millones de seguidores es necesario. Mostrar la naturalidad, sin artificios, es más importante de lo que se cree.
El empoderamiento femenino (también en el embarazo)
En agosto de 1991 se publicó la que quedará como una de las portadas más famosas de la historia. Era la cabecera de Vanity Fair y, en ella, aparecía Demi Moore embarazada, llevando solo un anillo en su mano derecha y unos pendientes. La instantánea, capturada por la legendaria fotógrafa Annie Leibovitz, no tardó en generar debate, aunque también se agotó en todas partes. En esa época, esta imagen demostró que el cuerpo de una mujer embarazada no tiene por qué ocultarse. De hecho, todo lo contrario, se puede mostrar sin culpas y sentirse empoderada. Una postura que no dudó en repetir treinta años después la cantante Rihanna.
Y tú, ¿con qué momento de Demi Moore te quedas?
