Hay que ver lo bien que viene el verano pero… cómo es la cantidad de secuelas físicas (y mentales, teniendo en cuenta el inevitable regreso a la vida laboral) que deja tras su paso. ¿Una de las más habituales? Un desequilibrio alimenticio producido por saltarse rutinas y cambiar hábitos saludables por excesos… no tan saludables. ¿La solución? El reseteo nutricional.
Septiembre suele traer consigo esa sensación de «vuelta a empezar»: reencuentro con el entorno habitual, nuevos retos, organización de horarios y, en muchos casos, dos firmes propósitos: recuperar la buena forma física y, por ende, cuidar más la alimentación. Como hemos comentado, después de las vacaciones, es normal que los hábitos al comer se hayan desajustado y, por ello, retomar cierto orden que resulta muy recomendable no siempre resulta sencillo.
Los gestos sencillos de un reseteo nutricional
La dietista-nutricionista Laura Jorge, fundadora de su propio Centro de Nutrición, Psicología y Salud, invita siempre a ver la cara positiva del complicado mes de septiembre: «La vuelta a la rutina puede hacerse cuesta arriba, pero también es una oportunidad perfecta para reencontrarnos con nuestros hábitos saludables». Es entonces cuando el concepto del reseteo nutricional aparece en escena para reivindicar la costumbre de comer sano y denominar un desafío que, cuidado, no es aconsejable magnificar.

Con algunos gestos sencillos como planificar con antelación la compra, reestablecer los horarios de comida o mantener el cuerpo bien hidratado es posible hacer realidad esta transición de una forma más llevadera. ¿El principal objetivo? Como nos explica la citada especialista, «no es marcarse cambios extremos, sino recuperar el equilibrio poco a poco y con una mirada realista». Vayamos por partes.
Una buena y eficaz organización juega un papel esencial. Planificar los menús semanales y elaborar una lista de la compra conveniente puede marcar la diferencia. «Uno de los errores más frecuentes que vemos en consulta es la falta de organización en la cocina. Sin un menú organizado, empezamos a improvisar y el asunto se tuerce», advierte la nutricionista. Por eso, Laura Jorge recomienda tener siempre una despensa con recursos prácticos como legumbres, verduras congeladas, frutos secos o conservas saludables, que permitan preparar platos rápidos y nutritivos incluso en semanas caóticas.
Regularidad e hidratación, claves contra el desajuste
Otro de los puntos clave para retomar una aconsejable rutina nutricional tras el verano es volver a establecer horarios regulares en las comidas. Durante las vacaciones solemos relajarnos y comer a diferentes horas. Pues bien, recuperar cierta estabilidad en el timing alimenticio ayuda a que el cuerpo funcione mejor. Como señala Laura Jorge, «marcar un horario para las comidas mejora la digestión y facilita el control del apetito».

En tercer lugar, la hidratación corporal es otro aspecto que no conviene descuidar. Tras un verano en el que solemos beber más agua por el calor, al bajar la temperatura es común olvidarse de ello. «Mantenernos hidratados es fundamental para nuestro bienestar general. Una botella reutilizable que sea transparente nos ayuda a ver cuánto hemos bebido y a mantener un buen ritmo bebiendo a lo largo del día», aconseja la experta, quien también recuerda que las reconfortantes infusiones y los tés sin azúcar son una buena alternativa para variar.
Una lista de la compra… con alimentos saludables
En cuanto a las diferentes comidas que se realizan a lo largo del día, los desayunos equilibrados marcan la diferencia. Apostar por opciones que incluyan fibra, proteína, hidratos complejos y grasas saludables ayuda a empezar la jornada con más energía. Yogur con fruta y avena, tostadas integrales con aguacate y huevo o frutos secos son algunas de las propuestas que siempre es aconsejable incluir para llevar a cabo el reseteo nutricional que se precisa.

Por otro lado, es importante moderar el consumo de ultraprocesados, tentadores pero poco beneficiosos para la salud. Tal y como nos comenta la especialista, «limitar estos productos no solo influye en nuestra salud física, también en nuestro estado de ánimo y en la energía con la que afrontamos la vuelta a la rutina». Y es que la escucha activa del propio cuerpo es un hábito que conviene reforzar en esta etapa. Diferenciar entre hambre real y apetito emocional ayuda a evitar excesos y a, por ejemplo, elegir mejor los snacks entre horas. La fruta fresca, el yogur o los ubicuos frutos secos son siempre una alternativa más saludable.
Por último, no hay que pasar por alto que septiembre es un estupendo momento para recuperar la actividad física. «Durante el verano solemos bajar el ritmo por el calor, pero este mes es ideal para retomar o iniciar esa actividad que tenemos pendiente», apunta Laura Jorge. De nuevo, la experta subraya la importancia de fijarse objetivos sencillos y alcanzables, evitando cambios drásticos que puedan resultar frustrantes o puedan generar indeseadas lesiones.