Voy a cumplir 33 años y no os voy a mentir: noto el paso del tiempo. Y sí, también esa especie de crisis de los 30 que nadie te cuenta con detalle. Esa sensación de verte más cansada incluso cuando has dormido bien, de que tu piel ha perdido ese glow natural que parecía inagotable a los 25 años y, cómo no, esas líneas de expresión que antes no estaban ahí (y ahora sí, bien marcadas). Así que decidí ponerme en manos expertas. Me cité con la Dra. Rita Sêco, una médico estética que tenía en mi radar desde hacía tiempo. Tiene su propia clínica en Oporto, Galerie Clinic, pero también visita el Instituto de Benito en Madrid una vez al mes. Y allí fui yo, con cara de «necesito ayuda urgente», sin saber qué tratamiento médico-estético hacerme (en caso de necesitarlo) y mil preguntas en la cabeza.
Llevaba semanas viendo mi rostro más apagado, como sin vida. Las ojeras más marcadas, algunas arrugas nuevas y lo que me temía: principio de flacidez. Y sí, ella me lo confirmó. Pero también me tranquilizó: «Muchos de estos cambios, como la flacidez, la pérdida de grasa, la aparición de arrugas y la pérdida de luminosidad, desgraciadamente no se pueden recuperar solo con cosméticos tópicos», me explicó. Lo que más me gustó es que no intentó venderme mil tratamientos. De hecho, me dijo algo que me dio muchísima confianza: me negó uno. Así, directamente. Según ella, «no lo necesitaba». Y eso, en un mundo donde parece que todo vale con tal de vender, se agradece.

¿Qué le pasa a la piel a partir de los 30 años?
La Dra. Sêco fue muy clara desde el principio. A partir de los 30, nuestro cuerpo deja de producir colágeno de forma natural. Y eso se nota. Perdemos elasticidad, firmeza, volumen y luminosidad. El envejecimiento empieza a hacer de las suyas (aunque aún no lo parezca tanto) y es cuando más importante se vuelve la prevención.«Creo que es humana y anatómicamente posible conseguir una piel de aspecto joven sin recurrir a tratamientos médicos», me dijo, «pero también es cierto que hay cambios que, sin ayuda, no se pueden revertir del todo».
Bioestimulación de colágeno: el tratamiento médico-estético estrella
Aquí fue cuando me habló del tratamiento médico-estético más recomendado a partir de esta edad: la bioestimulación de colágeno, también conocida como Lanluma. Y ojo, que no tiene nada que ver con los rellenos de ácido hialurónico a los que estamos acostumbradas. «Este tratamiento está indicado a partir de los 30 años. En ese momento comienza a disminuir la producción de colágeno. Sin embargo, es muy importante resaltar que solo debemos proceder al tratamiento, independientemente de la edad, si realmente la persona tiene indicación para realizarlo», matizó la doctora.
¿Y en qué consiste? Lanluma está compuesto por ácido poli-L-láctico, un componente biocompatible, seguro y eficaz que estimula gradualmente la producción de colágeno en la piel. El objetivo no es rellenar, sino mejorar la calidad cutánea desde dentro. «Hay pacientes de 30 años con disminución avanzada de densidad y firmeza que se benefician de la estimulación del colágeno, pero también hay personas de la misma edad o mayores sin indicación para este tratamiento médico-estético. El rostro siempre debe ser correctamente evaluado por un profesional sanitario con experiencia en bioestimuladores de colágeno», advirtió.
¿Es para mí? Mi caso (y cómo me ayudó la doctora a decidir)
La doctora me explicó que cada rostro es un mundo. Que lo que necesite yo con 32 años no tiene por qué ser lo mismo que otra mujer de mi edad. Que influye muchísimo el estilo de vida, la alimentación, los cuidados previos y, aunque menos de lo que creemos, la genética. Me evaluó con detalle y, aunque detectó ciertos signos iniciales de flacidez y apagamiento, consideró que todavía no necesitaba Lanluma, pero sí una rutina más completa y un tratamiento de inyecciones de vitaminas – el cual me realizó – para devolver la luminosidad al rostro en un tiempo récord (he de confesar que soy exfumadora y lo necesitaba muchísimo). Porque en estética, como en moda, el «menos es más» siempre gana.
Salir de esa consulta fue como reiniciar mi relación con el espejo. Entendí que no se trata de borrar el tiempo, sino de acompañarlo con cuidado, conocimiento y, sobre todo, respeto por lo que mi piel necesita en cada etapa. Ahora, con una rutina más consciente y algún que otro tratamiento puntual (siempre de la mano de profesionales honestos), mi piel se siente más viva que hace unos meses. Y sí, la crisis de los 30 sigue ahí… pero al menos, con buena cara.
¿Mi consejo? Escucha a tu piel. Y si sientes que necesita una ayudita extra, que sea con cabeza, sin prisas y con profesionales como la Dra. Rita Sêco, que antepone la naturalidad y la salud a cualquier otra cosa. Porque, amigas, tener una piel de calidad a los 30 (y más allá) sí es posible.