Cada día son más las personas que sufren de una piel con rojeces. De hecho, las búsquedas en Google, en torno a este tema se han disparado en más de un 65% en el último año. Muchas veces, las rojeces aparecen en la piel sin causa aparente. Y que tire la primera piedra quien no haya intentado camuflarlas con maquillaje para salir del paso en vez de tratarlas y saber cuál es su causa.
Por tanto, sí, este artículo va precisamente de la segunda opción, de darle a la piel lo que necesita y preocuparnos del por qué de esas rojeces. Con la ayuda de la dermatóloga Cristina Eguren, directora médica de Clínica Eguren, y autora del libro El Acné y la Rosácea, aclaramos cómo diferenciar la rosácea y la cuperosis, dos motivos de peso importantes en la aparición de rojeces en la piel.
Piel con rojeces: ¿qué es la rosácea y qué la caracteriza?
«La rosácea es una patología muy relacionada con el acné. De hecho, suelo explicar que son dos polos dentro de un mismo espectro o dos estadios evolutivos dentro de la misma enfermedad. Por eso es muy habitual que haya personas que tuvieron acné y posteriormente desarrollaron rosácea», desvela la dermatóloga.
Cristina Eguren añade que, en ambos casos, existe una función exagerada de la glándula sebácea que va a desencadenar toda la problemática. En la rosácea esa grasa que se produce es una grasa fluida e irritante que se extiende por la superficie de la piel y genera inflamación difusa (y en forma de granos o espinillas). Además, esa grasa altera la función barrera y hace que la piel se torne sensible y tienda a deshidratarse. De ahí que las pieles con rosácea sientan tirantez y una gran sensibilidad.
«Además, la grasa hace que se haya una sobreproducción de Demodex, un ácaro que tenemos en la piel. Al haber demasiado ácaro aumenta la inflamación, la sensibilidad y el desequilibrio generado en la piel. Por último, debido al aumento de actividad en la zona (por el aumento de grasa y la inflamación), se produce un aumento de las necesidades metabólicas y vasculares de la zona. Veremos aparecer vasos dilatados (telangiectasias) y mayor reactividad vascular», detalla la dermatóloga.
¿La cuperosis es realmente una enfermedad dermatológica?
En primer lugar, hay que destacar que la cuperosis no es una enfermedad dermatológica como tal, pero muchas personas caen en el error de pensar que sí. De hecho, suelen relacionar la piel con rojeces a la rosácea o a la cuperosis, cuando ésta última no es más que una consecuencia de la primera.
«La cuperosis no es una patología en sí misma, sino que es como vulgarmente llamamos al componente vascular de la rosácea, es decir, esas telangiectasias, rojez y flushings dependiente de la dilatación vascular. En definitiva, la cuperosis es una parte de la rosácea. De forma popular se utiliza, muchas veces, como sinónimo de la rosácea. En mi opinión, no es correcto pues no son exactamente sinónimos», aclara la dermatóloga.
¿Cómo se trata la rosácea y la cuperosis?
Siguiendo a la dermatóloga Cristina Eguren, en la rosácea es importante establecer un tratamiento integral que controle el aumento de producción de grasa, reduzca la inflamación, refuerce la función barrera, elimine el Demodex y controle la vascularización aumentada (cuperosis). Para ello utilizaremos tratamiento tópico, oral y procedimientos. Pero para realizar un tratamiento verdaderamente integral de la rosácea será necesario actuar sobre la salud digestiva (la microbiota intestinal está muy relacionada con el desarrollo de rosácea) y los estilos de vida.
La cuperosis, ese componente vascular de la rosácea, lo tratamos fundamentalmente con láser vascular y Luz Pulsada Intensa (IPL) que nos ayudan a eliminar esos vasos dilatados y así disminuir la piel con rojeces y los flushings (un enrojecimiento de la cara, transitorio o permanente).
Piel con rojeces: ¿qué principios activos se recomiendan?
En cuanto a los tratamientos tópicos para calmar la piel con rojeces se recomiendan aquellos que incorporen activos adecuados. Son interesantes, por ejemplo, el ácido salicílico por sus propiedades seborreguladoras y una acción queratolítica y comedolítica. Además, la dermatóloga recomienda el retinol, como gran activador. Eso sí, con el retinol comienza de una manera gradual para retinizar la piel. Por ejemplo, con concentraciones bajas del 0,1-0,2% e ir aumentándola progresivamente. Por último, la niacinamida es ideal porque ayuda a reforzar la función barrera.
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Tips para cuidar una piel con rosácea
- Limpieza facial mañana y noche. Eso sí, la piel ha de limpiarse de manera delicada. Apuesta por un limpiador suave (huye de los que son agresivos y que esté cerca de un pH 5), pero que limpie en profundidad.
- Protector solar de amplio espectro a diario. La radiación solar es el mayor enemigo de la piel con rojeces. Además, tengas rosácea o no, es imprescindible proteger la piel de los rayos ultravioleta para evitar un envejecimiento prematuro, la aparición (o empeoramiento) de manchas y, lo que es más importante, enfermedades cutáneas más graves, como el cáncer de piel.
- Maquillaje. ¿Quién dijo que el maquillaje empeora los brotes de rosácea? Para camuflar las rojeces, puedes introducir un corrector verde y, posteriormente, aplicar un corrector y una base de maquillaje para unificar el tono de la piel. Eso sí, han de ser oil free y no comedogénicos.
- Evita el alcohol y el tabaco. Mientras que el alcohol es un vasodilatador y empeora los síntomas de la rosácea, el tabaco produce vasoconstricción (disminución del calibre de estos vasos).
- Evita las bebidas muy calientes, la comida picante y los cambios bruscos de temperatura. Estos factores pueden agravar los síntomas de rosácea.
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