La DANA que ha arrasado con Valencia no solo ha dejado daños materiales y físicos, también un profundo impacto emocional en la sociedad. Mientras muchos se han volcado a ayudar en primera línea, otros, a pesar de no haber perdido sus hogares o su salud, están enfrentando una batalla silenciosa y menos visible: la culpa del superviviente.
Este sentimiento, devastador y muchas veces incomprendido, afecta a quienes, aunque lograron salir ilesos, experimentan una incomodidad emocional tan intensa que puede llegar a marcar sus vidas. Esta culpa se manifiesta en aquellas personas que, al comparar su situación con la de aquellos que han perdido más, comienzan a invalidar sus propias emociones, sintiendo que no tienen derecho a estar mal. Esta trampa emocional puede llevar a insomnio, ansiedad y a una sensación de desconexión.
¿Por qué sentimos la culpa del superviviente?
Laura Jorge, dietista-nutricionista y fundadora del Centro de Nutrición y Psicología que lleva su nombre, ha observado esta reacción en muchas personas que han vivido desastres naturales. Ella explica que la culpa del superviviente surge de la comparación injusta que hacemos con quienes lo han perdido todo. Es común que quienes no han sufrido pérdidas materiales minimicen su propio dolor, pensando que «no tienen derecho a sufrir».
Pero, en realidad, el dolor no es solo físico o material. También hay una pérdida emocional, una especie de duelo colectivo que nos afecta a todos. Este sentimiento de no haber hecho lo suficiente o de no estar ayudando en primera línea puede desencadenar una espiral de autocrítica, culpa y frustración.
«Al ver a otros volcarse en labores de ayuda, quienes no pueden hacerlo por falta de tiempo o capacidad emocional sienten una presión abrumadora. Esto no solo afecta su autoconcepto, también genera una sobrecarga emocional», apunta Laura Jorge. Esta comparación constante y autoexigencia emocional pueden derivar en problemas como ansiedad, insomnio o incluso un agotamiento emocional profundo.
Los síntomas del duelo silencioso
La culpa del superviviente no siempre se manifiesta de manera evidente. Muchos valencianos, incluso de otras partes geográficas de España, están experimentando síntomas como:
- Insomnio y fatiga: dificultad para dormir o descanso interrumpido.
- Parálisis emocional: una especie de bloqueo que impide expresar lo que realmente sienten.
- Ansiedad y crisis nerviosas: episodios de angustia que se presentan incluso en momentos de calma.
- Miedo constante: un temor persistente que puede escalar hasta convertirse en trastornos como el estrés postraumático.
Para muchos, la rutina diaria se convierte en un reto abrumador. La presión de «seguir adelante» y mantener sus responsabilidades sin detenerse a procesar las emociones se vuelve una carga pesada que lleva a un estado de agotamiento emocional.
Permitirse sentir para sanar
Si te sientes identificado con estos síntomas, es fundamental recordar que tienes derecho a sentir dolor y a necesitar ayuda, aunque no hayas perdido nada material. La culpa del superviviente es un proceso natural, pero no debes cargar con ella en silencio. Laura Jorge aconseja detenerse, observarse y buscar ayuda profesional si es necesario. Las emociones necesitan ser procesadas para evitar que se transformen en problemas más serios. Expresar el malestar es un paso esencial para encontrar la paz emocional y conectar nuevamente contigo mismo.
«Es importante que quienes experimentan esta culpa se permitan sentirla sin juzgarse. Este sufrimiento emocional es válido y merece ser atendido con el mismo cuidado que cualquier otro dolor», concluye Laura Jorge. La ayuda profesional puede ser un recurso valioso para quienes necesiten expresar su dolor y encontrar nuevas formas de sanar.
Consejos para afrontar la culpa del superviviente
Aquí te dejamos algunos pasos prácticos para enfrentar la culpa del superviviente y ayudarte a liberar la carga emocional que puedas estar sintiendo:
- Reconoce y valida tus emociones: Tienes derecho a sentirte afectado, incluso si no has tenido pérdidas visibles.
- Evita compararte con otros: Cada persona procesa el dolor de forma distinta, y no hay una «jerarquía de sufrimiento».
- Conéctate con tu comunidad: Hablar con amigos, familiares o vecinos puede ayudarte a aliviar el malestar y sentirte menos solo en este proceso.
- Busca ayuda profesional si lo necesitas: Un terapeuta puede darte herramientas para procesar tus emociones y ayudarte a reconectar con tus propios recursos internos.
- Permítete descansar: No te exijas ser productivo si estás agotado emocionalmente. Descansa y cuida de ti mismo, tu bienestar es importante.
Un llamado a la compasión colectiva
La DANA ha sido un recordatorio de la vulnerabilidad humana y de la necesidad de apoyo mutuo. Así como nos ayudamos unos a otros en las tareas de reconstrucción, también debemos sostenernos emocionalmente en tiempos de crisis. La culpa del superviviente es solo una de las muchas emociones que pueden surgir, y superarla empieza por ser compasivos con nosotros mismos y con los demás.
Este es un momento para unirnos y cuidarnos, de validar nuestras emociones y apoyar a quienes están luchando en silencio. Todos los afectados, ya sea de manera directa o indirecta, merecen atención y ayuda.