Adiós a una mujer que hizo del estilo anglo-francés su principal seña de identidad. Adiós a Jane Birkin, icono de la moda y la belleza que, a sus 76 años, nos ha dejado un legado artístico en el que destacan polémicas películas como Si Don Juan Fuera Mujer (junto a Brigitte Bardot), magníficos álbums como Arabesque o… míticas canciones como Je T´aime… Moi Non Plus junto a su pareja más conocida, el gran Serge Gainsbourg.
Sin embargo, esa escandalosa e intensísima relación con Gainsbourg no debería impedir que, en primer lugar, quedara claro que Jane Birkin era de origen británico y que, durante los años 60, trabajó de modelo y ya se hizo popular en el swinging London gracias a breves apariciones en films de culto como Blow-Up de Antonioni.
A continuación, repasamos en VIBE las cuatro etapas beauty de una mujer que, en realidad, no seguía las tendencias de cada época, más bien las inspiraba. Porque tenía la capacidad de anticiparse y la valentía de atreverse con looks que, años después, definieron el estilo de varias décadas.

Belleza sixties… en su mejor versión
Durante su juventud a mitad camino entre Londres y París, Jane Birkin lució su característica melena con reflejos lacia y despeinada con flequillo y raya en medio, un detalle que suele ser propio de mujeres diligentes y rigurosas con tendencia a mantener el equilibrio. ¡Nada más lejos de lo que ella representaba!
Su piel natural tan solo se maquillaba con un rubor rosado en las mejillas, al igual que ocurría con sus labios y con unos preciosos ojos azules que tan solo se delineaban finamente en la parte superior, aplicando una suave máscara en las pestañas inferiores y completando el sencillo (y súper actual) makeup con un sutil ahumado en los párpados.

Sensualidad seventies… ¡a todo volumen!
Atrás quedó su imagen de lolita para dar la bienvenida a un look en los años 70 basado en una voluminosa permanente rizada que combinaba, de día, con sus inseparables jeans, su camiseta y sus zapatillas blancas. Con la cara lavada y tan solo un toque de color anaranjado en los labios, Jane Birkin disfrutaba habitualmente del buen tiempo en la Costa Azul.
De noche, su melena se cardaba lo suficiente para transmitir una imagen mucho más sofisticada en populares programas de televisión o, incluso, en sus incursiones dentro del ámbito circense, un tipo de espectáculo por el que siempre sintió debilidad y en el que colaboró a menudo a través de galas especiales celebradas en el parisino Cirque d’Hiver.

Lujo eighties… con bolso homónimo incluido
Ya separada de Gainsbourg, Jane Birkin afrontó esta década publicando su exitoso álbum Baby Alone in Babylon y transformando su imagen para convertirse en una misteriosa vamp de pálida tez y labios rojos. Su mirada perdida y gesto triste se fueron desvaneciendo con la aparición en su vida del director de cine Jacques Doillon, padre de Lou Doillon, heredera directa del estilo Birkin… con permiso de su hermanastra Charlotte Gainsbourg, claro.
Su elegancia ochentas se terminó de consolidar gracias al hecho de que la firma Hermès creara el bolso Birkin en su honor en 1984. Esta decisión fue consecuencia de un vuelo en el que la artista coincidió con Jean-Louis Dumas, director de la lujosa maison, y tuvo un percance con su accesorio fetiche, la famosa cesta de mimbre, al caerse del compartimento para el equipaje. Dumas, fascinado por el desastre y por su allure, decidió crear el modelo en piel negra con su apellido y regalárselo. Ella se lo agradeció y lo usó durante un tiempo hasta que… una tendinitis le obligó a cambiar de bolso.

La madurez de los 2000s… en clave andrógina
Convertida en una gran dama de la chanson française, Jane Birkin se mantuvo muy prolífica a través de la música (y del activismo en diversas causas sociales) simplificando su estilo y convirtiéndose en una especie de Patti Smith europea. Su peinado de estilo bob ondulado, su defensa absoluta del makeup no makeup y sus looks masculinizados en clave less is more definieron su imagen en el siglo XXI.
Con esta estética effortless, el círculo se cerró, volviendo a la sencillez y espontaneidad que siempre caracterizó su joie de vivre liberal y provocador. Embajadora británica del mejor chic parisienne, esta paradoja de la vida tenía todo el sentido con Jane Birkin. Una mujer única, libre y, por siempre, eterna.