Si eres de las que no perdona su cita mensual para hacerse las uñas, puede que hayas oído algo sobre una nueva prohibición en el esmalte semipermanente. Tranquila, que no cunda el pánico. Lo que ha pasado tiene más que ver con la seguridad laboral que con un riesgo directo para quienes se hacen la manicura de vez en cuando. Eso sí, hay detalles interesantes que conviene conocer, sobre todo si quieres seguir cuidando tus manos con cabeza.
¿Qué sustancias se han prohibido y por qué?
Desde el 1 de septiembre, ya no se pueden fabricar esmaltes semipermanentes que contengan TPO (trimetilbenzoildifenilfosfina) y DMPT (dimetiltolilamina). Estos dos compuestos se utilizaban en los esmaltes acrílicos como parte del proceso de endurecimiento. El primero es un fotoiniciador que reacciona con la luz ultravioleta de las lámparas de secado, y el segundo es un catalizador que acelera ese proceso.
La prohibición no ha surgido de la nada. Un centro de investigación alemán especializado en seguridad laboral realizó un estudio en ratones y encontró que estas sustancias podían tener efectos sobre la reproducción. Aunque no se ha demostrado que esto ocurra en humanos, la Comisión Europea decidió aplicar el principio de precaución: si hay indicios de que una sustancia puede ser peligrosa, se retira del mercado antes de que se convierta en un problema.
«Aunque no existe evidencia clínica directa probada en humanos, la prohibición se ha llevado a cabo por precaución sanitaria ante los riesgos potenciales para evitar su exposición repetida y prolongada, ya que estas sustancias actúan aumentando el estrés oxidativo celular y afectan al ADN. Los principales efectos reportados incluyen desde la fragilidad de las uñas hasta irritación ocular y cutánea», ha comentado la doctora Ana Gaitero, ginecóloga especialista en medicina reproductiva y directora médica de HM Fertility Center.
Este tipo de decisiones no son raras en el ámbito cosmético. De hecho, son una muestra de que el sistema funciona: ante la mínima sospecha, se actúa. Y aunque el periodo de adaptación ha sido corto —la normativa se publicó en mayo y entró en vigor en septiembre— la industria ya está reformulando sus productos para cumplir con la nueva legislación.
¿Esto afecta a quienes se hacen la manicura?
Aquí es donde conviene hacer una distinción importante: peligro no es lo mismo que riesgo. Como explica la doctora en Química y divulgadora científica Deborah García Bello, algo puede ser muy peligroso, como un tiburón o unas arenas movedizas, pero si no estás expuesta a ello, el riesgo es prácticamente nulo.
En este caso, el peligro de estas sustancias afecta sobre todo a quienes están en contacto constante con ellas: formuladores, técnicos de laboratorio, manicuristas que trabajan con estos productos a diario. Para quienes se hacen la manicura de forma ocasional, la exposición es mínima, y por tanto el riesgo también lo es.
Así que no, no tienes que cancelar tu próxima cita en el salón de manicura. Lo más probable es que los esmaltes que se usen ya estén reformulados o en proceso de retirada. Y si te haces la manicura en casa, puedes revisar los ingredientes en el envase, aunque es poco probable que encuentres ya estos compuestos en circulación.

¿Y qué pasa con las lámparas UV?
Aquí sí hay un riesgo más claro y conocido. Las lámparas que se utilizan para secar el esmalte semipermanente emiten radiación ultravioleta, y esa exposición repetida, afirma la doctora García Bello, puede aumentar el riesgo de desarrollar ciertos problemas en la piel, como carcinomas de células escamosas o queratosis actínica en el dorso de las manos.
La buena noticia es que hay una forma sencilla de protegerse: aplicar protección solar antes de la sesión de manicura. Sí, como lo oyes. Un poco de crema con SPF en las manos puede marcar la diferencia, sobre todo si eres usuaria habitual de este tipo de esmalte.
También existen guantes especiales que dejan al descubierto solo las uñas, pensados para proteger la piel durante el secado. No son imprescindibles, pero pueden ser una buena opción si quieres cuidar al máximo tu piel sin renunciar a tu manicura favorita.
¿Qué podemos aprender de todo esto?
Más allá de la noticia puntual sobre el esmalte semipermanente, este caso nos recuerda lo importante que es entender cómo funciona la regulación en cosmética. La industria está obligada a reaccionar rápido ante cualquier sospecha, y eso debería darnos confianza, no miedo. Que se prohíba una sustancia no significa que el producto sea peligroso para ti, sino que se está cuidando a quienes la manipulan a diario y se está actuando con responsabilidad.
También nos invita a reflexionar sobre nuestros propios hábitos: ¿sabemos lo que nos ponemos en las uñas? ¿Protegemos nuestra piel cuando usamos lámparas UV? ¿Elegimos salones que cuidan la salud de sus profesionales? La belleza no está reñida con la información. Y cuanto más sepamos, más decisiones conscientes podremos tomar.
Opciones seguras para una manicura consciente
Aunque la manicura semipermanente sigue siendo una opción válida para muchas personas, existen alternativas que minimizan la exposición a sustancias químicas y radiación UV. Las lacas tradicionales sin ingredientes tóxicos, los esmaltes veganos o 5-free (libres de los cinco compuestos más controvertidos), y las manicuras en seco sin lámpara, son muy buenas opciones y sin riesgos.

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También, dejando a un lado el esmalte semipermanente, puedes optar por tratamientos fortalecedores, aceites nutritivos y esmaltes con base al agua si buscas alternativas más respetuosas con la piel y el medio ambiente. La clave está en informarse, preguntar en el salón y elegir lo que mejor se adapte a tu estilo… y a tus manos.