El estrés y caída de pelo están relacionados y pueden afectar a tu piel (y a tu pelo) más de lo que piensas

¿Estrés y caída de pelo? Sí están relacionados. Se suele decir que el rostro es el espejo del alma y en cierto modo es verdad. Aunque podríamos afirmar que no solo se reduce a la cara, sino a nuestra piel en general e incluso a nuestro cabello. En muchas ocasiones, nuestro exterior refleja lo que realmente está ocurriendo en el interior. Desde problemas fisiológicos, hasta aquellos más emocionales. Uno de los casos más habituales entre la población es el estrés y caída de pelo, aunque a veces no le demos la importancia que merece, nos puede llegar a afectar más de lo que pensamos.

Pero, ¿qué es realmente el estrés? Es un mecanismo de defensa natural que tiene nuestro organismo para protegernos de una situación de riesgo. Ya sea por una amenaza externa, un trauma del pasado o cuestiones más «cotidianas» como el exceso de trabajo. Sea por una razón u otra, someter a nuestro cuerpo a un estrés prolongado puede causar grandes estragos a nuestra salud. Y concretamente a nuestra piel y nuestro cabello.

¿Cuáles son los síntomas más habituales?

«Hay infinidad de ellos y aunque cada piel es un mundo, los más habituales son el acné, la psoriasis o dermatitis, el enrojecimiento, el picor o la reactivación de rosácea», explica la farmacéutica Yaiza Bouzas, experta en dermofarmacia y formulación cosmética. Mientras que en nuestro cabello podemos apreciar otros síntomas como es su caída, la aparición de caspa, canas o la falta de brillo.

Estrés y caída de pelo, ¿y esto por qué ocurre?

«Nuestros niveles de cortisol —la hormona que liberamos como respuesta al estrés— se disparan”, lo que provoca la obstrucción de la capacidad de nuestro cuerpo para absorber los nutrientes esenciales que mantienen la salud y el buen estado de nuestro pelo y nuestra piel», apunta Bouzas. Esto se debe a que nuestro cerebro está conectado directamente con el intestino y la piel, por lo que «cualquier cambio en nuestra mente o en cómo nos sentimos puede afectar a su apariencia exterior». 

En el caso del cabello, según Yaiza, «el estrés causa un acto llamado efluvio telógeno, que sucede cuando la raíz del folículo piloso interrumpe su ciclo de crecimiento». En función del nivel de estrés y caída de pelo, las consecuencias serán más o menos graves. La caída es la más conocida pero afortunadamente no es irreversible, ya que el pelo volverá a crecer cuando el estrés desaparezca. Debido a la relación directa entre el sistema nervioso y el cabello, también pueden surgir otros problemas como la aparición de caspa —provocada por un aumento de la secreción de grasa que favorece el proceso de descamación del cuero cabelludo— o el surgimiento de canas como respuesta a una aceleración del ciclo natural del pelo.

Y la pregunta más importante de todas: ¿cómo remediarlo?

Aunque la respuesta es bastante obvia, en la constancia está la clave. «Reducir al máximo posible las situaciones estresantes, dormir bien, comer adecuadamente», gracias a una dieta sana y equilibrada que nos aporte todos los nutrientes y vitaminas que nuestro organismo necesita, »beber agua, hacer deporte regularmente… son pequeños actos que si los llevamos a cabo diariamente lograremos grandes efectos en el estado de nuestra piel y nuestro cabello», añade la especialista en nutrición clínica y microbiota de la piel.

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